Algunas reflexiones en relación al cáncer de mama y la logoterapia
Lic. Liliana Guerra
La idea de abordar esta temática, surge del trabajo realizado con mujeres que en diferentes momentos de sus vidas, han tenido que enfrentarse a esta temible enfermedad.
El cáncer, como es sabido, aparece como consecuencia de una reproducción celular descontrolada que invade tejidos sanos.
En cuanto al cáncer de mama en particular, son múltiples las causas que pueden producirlo, existiendo gran cantidad de mecanismos que generan el crecimiento del tumor.
Se trata de una enfermedad crónica, en la que no es suficiente el control local de la afección, sino que hay que tener en cuenta la posibilidad de metástasis a distancia.
Posee diferentes estadios de invasividad que van desde el mas leve, grado 1 hasta el mas profundo grado 4, existiendo tratamientos adecuados para cada caso en particular.
Debemos destacar que hoy en día existen tratamientos con excelentes resultados, pero los mismos no dejan de ser lacerantes y la afección en todas sus variantes sigue siendo peligrosa y recurrente en muchas oportunidades.
Esta enfermedad produce un impacto en el que la padece que compromete todas las dimensiones de su ser físico, psíquico, espiritual familiar y social.
Pensemos que entre otras cosas las mamas configuran estéticamente una forma corporal bella, sexualmente son zonas erógenas, maternalmente implican la relación afectivo-nutricia madre-bebe y existencialmente representan en parte a la feminidad.
En cuanto al aspecto orgánico específico, dependerá el nivel de gravedad el tratamiento a seguir, de todas maneras la cirugía es lo que se realiza en primera instancia, luego vendrán radioterapia, quimioterapia, terapias hormonales, etc. Imprimiendo casi todas sufrimiento en la persona enferma.
Se puede observar como el tratamiento actual que se apoya en el modelo biológico, toma a la persona enferma como mero organismo, considerando como epifenómeno los aspectos espiritual familiar y social.
Partiendo entonces de un reduccionismo da la sensación de que el equipo médico se apropiara del cuerpo del paciente, produciendo una desconexión con el resto de su ser, se atomiza a la persona en procesos bioquímicos, biológicos, neurofisiológicos como también psicológicos.
El equipo “ interdisciplinario” se transforma muchas veces en suma de reduccionismos, generándose pérdida del sentido de vida como consecuencia del quiebre de la persona y de su proyecto en el mundo.
Se hace necesario diferenciar en primera instancia los términos dolor y sufrimiento, ya que si bien el dolor imprime sufrimiento en el que lo padece, el sufrimiento contiene al dolor y lo desborda ampliamente, quedando para el primero el malestar orgánico específico.
En el dolor reside una gran conspiración para mantener viva la esperanza.
Por esa razón debe tenerse en cuenta que en la medida que el dolor disminuye y se controla aumentan las posibilidades de ayudar a la persona enferma desde otros lugares.
En cuanto a la esperanza, si bien se encuentra teñida de sufrimiento, porque implica la espera de algo incierto, que puede transformarse en la seguridad de la desesperanza, es de vital importancia intentar sostenerla.
Del lado del terapeuta, al menos en lo que a mi concierne, se siente como tener que empezar a recoger los pedazos que han quedado dispersos y desconectados entre si.
Como primer intento, tratar de que la persona tome conciencia de que es mucho mas que su enfermedad y apelar a su unicidad e irrepetibilidad es fundamental para continuar.
Esto no implica negar la enfermedad, al contrario implica apropiarse de ella, integrarla a la vida, seguir adelante con los condicionamientos que esta conlleva, para poder tomar posición frente a la situación y a si mismo.
La relación paciente-terapeuta debe estar enmarcada en la noción de encuentro, que supone algunas diferencias en relación a otras terapias.
Como primera medida, no pasar por un análisis racional o saltar por sobre los hechos con interpretaciones, estas vendrán en un segundo momento, sino poder detenerse en un tema en el que se advierte posibilidad de sentido, colocándose junto al paciente y reflexionando con él.
Poder covivenciar con el otro, “ponerse en sus zapatos” tratando de entender la posición que ha tomado frente a lo que le pasa captando sus pensamientos, sentimientos, emociones, impulsos, voliciones, etc .experimentando el peso existencial de la situación, actitud fenomenológica fundamental que pone en movimiento a la persona del paciente y a la persona del terapeuta.
De esta forma encuentro y sentido de vida se hacen uno, es el comienzo de la revalorización de la vida, ser protagonista de la propia existencia, aún en situaciones límites como el sufrimiento, el dolor y la muerte.
Sólo cuando la mujer ha podido reconstruirse por dentro, volver a sentirse persona en lugar de enfermedad o síntoma habrá llegado el tiempo de la reconstrucción de su mama por fuera, de abrirse al otro saliendo de si misma, haciendo uso de su capacidad de autotrascendencia arribando así a un momento de profunda riqueza espiritual.
Justamente es la logoterapia la que pone el acento en la espiritualidad humana, dimensión que contiene a la libertad, la responsabilidad, los valores, la capacidad de autotrascender aquello que nos escencializa como seres humanos y nos diferencia de otras especies, todo lo que hace digna a la existencia y merecedora de ser vivida
Dice Víktor Frankl .en su libro “El hombre doliente” ...”en virtud de su libertad espiritual, el hombre es capaz de no sucumbir a ninguna situación, de estar por encima de ellas”...”el hombre posee siempre su libertad, sólo que a veces abdica de ella, pero abdica libremente”
Pasando ahora brevemente a algunos aspectos culturales, se observa que estos influyen ampliamente en la manera de enfrentar el sufrimiento.
Nuestra sociedad altamente consumista, anómica debilitada en su órden social y trastocada en sus valores, reduce el interés que debiera invertirse en el espacio público o en esferas trascendentales, aumentando narcisísticamente las prioridades de la esfera privada, provocando necesidades ficticias, en una loca carrera por obtener objetos y saciar la necesidad permanente de tener y no de ser, como también desarrollando un culto al cuerpo perfecto y a la eterna juventud.
Esto genera un sufrimiento inauténtico, tomando la concepción Jasperiana del ser en situación, vemos que la situación se nos presenta como límite, por lo tanto existirán a lo largo de la vida situaciones que podrán cambiarse, pero hay algo que no puede modificarse y es el hecho de no poder dejar de estar en situación.
Nuestra cultura consumista y anómica, como mencioné anteriormente nos impone una situación de vida que ayuda a ocultar otras mas profundas e importantes, se comporta como si la enfermedad, el dolor y la muerte no existieran pudieran eliminarse definitivamente. De esta forma no permite que las personas puedan elevarse por encima de su padecer aprehendiéndolo, se produce entonces un doble sufrimiento, el de la diaria inautenticidad y el que aparece aterrorizado frente a lo inevitable con lo que no se sabe siquiera que hacer.
Temas fundamentales para ser tratados con el paciente, ya que nos construimos con el otro, para que se puedan poner preguntas a cantidades de situaciones que se aceptan ciegamente , pero que resaltan notablemente a la hora de medir las consecuencias.
Como verán no hay fórmulas fijas, pero lo que no debe faltar en un terapeuta además de una sólida formación, es el compromiso y la entrega que se dan en el encuentro logoterapéutico. A modo de conclusión de este breve trabajo, quisiera señalar que el curso de cualquier enfermedad es impredecible, como lo son la vida y la muerte, lugares de profundos misterios.
Entonces ¿quién podría establecer sentencias? Al fin de cuentas todos nacimos para morir.
Por eso creo que lo relevante es la dignidad de la existencia, que nos permita transitar el camino de la vida, no hacia la muerte sino hasta la muerte, para que la muerte nos encuentre vivos.